La inteligencia artificial (IA) ha transformado industrias y la forma en que interactuamos con la tecnología. Un desarrollo notable es la inteligencia artificial generativa (IAG), que utiliza algoritmos para crear contenido como texto, imágenes, videos y música. Aunque esta tecnología ha abierto nuevas oportunidades comerciales, también plantea preocupaciones sobre los riesgos y la responsabilidad legal asociados a su uso.
Históricamente, la falta de regulación de tecnologías emergentes ha fomentado su desarrollo y evolución. Sin embargo, tal como ocurrió con internet en su momento, la IAG plantea desafíos que pueden tener implicaciones jurídicas significativas si no se abordan adecuadamente.
Ante la ausencia de un marco regulatorio específico, surge la pregunta de si es necesario regular la IAG de manera urgente o si se debería permitir un uso más libre, confiando en que las consecuencias legales y los riesgos se gestionen a medida que surjan. En otras palabras, ¿debemos buscar un equilibrio entre la innovación tecnológica y la protección legal? En mi opinión, tenemos unos temas de revisión y regulación prioritaria y otros que pueden ser dejados a la autorregulación, así:
La responsabilidad legal y la IAG
Uno de los aspectos más críticos en materia de regulación es la responsabilidad legal derivada del uso de la IAG. Entre los temas más urgentes a considerar están las decisiones automatizadas, la creación de contenido falso o perjudicial, la replicación de sesgos sociales preexistentes y la protección de la propiedad intelectual. La delimitación de responsabilidades entre los desarrolladores de herramientas de IA y los usuarios de estas tecnologías es un primer aspecto fundamental por regular.
Existe una diferencia importante entre la responsabilidad por proveer una herramienta tecnológica y la responsabilidad por el uso indebido de la misma. Los desarrolladores y proveedores de IAG deben tener claramente delimitadas sus responsabilidades frente a los daños que puedan derivarse del uso inadecuado de sus productos.
Las empresas que implementan IAG también deben asumir los riesgos asociados a los resultados no deseados de los algoritmos, como la generación de contenido discriminatorio o sesgado. Esto implica la necesidad de establecer mecanismos internos de control, limpieza de datos y auditorías continuas para asegurar que la tecnología opere de manera justa y eficiente.
Protección del consumidor y comercio electrónico
Otro aspecto crucial que debe regularse es la protección del consumidor en el comercio electrónico. La IAG puede personalizar productos y servicios, lo que, en algunos casos, puede derivar en publicidad engañosa (que ya tiene un desarrollo legal) o en la manipulación del comportamiento del consumidor sin que este lo advierta, punto este en el que debe existir un foco particular. Las regulaciones deben garantizar que los consumidores no sean víctimas de prácticas desleales derivadas de decisiones automatizadas que conduzcan a la discriminación o a ofertas sesgadas.
Propiedad intelectual y los datos personales
La propiedad intelectual es otra área que requiere atención. Los modelos de IA se entrenan con grandes volúmenes de información que puede estar protegida por derechos de autor. Para garantizar que las obras utilizadas en el entrenamiento de IA respeten la propiedad intelectual, los legisladores deben establecer normas claras. Los creadores deben ser debidamente compensados si su trabajo es utilizado en este contexto, y deben existir mecanismos de transparencia que permitan verificar el uso legítimo de esta información.
En el ámbito de la privacidad y la protección de los datos personales, los algoritmos de IAG pueden recolectar, tratar y procesar grandes cantidades de datos personales. Las leyes actuales de protección de datos deben adaptarse para incluir las características únicas de esta tecnología, garantizando que se respeten los derechos de los titulares de los datos mediante la aplicación prevalente de principios como la privacidad por diseño y por defecto, exigiendo de estas empresas la máxima protección en este campo.
Regulación penal y la IAG
Un área que no puede ignorarse es la regulación penal. Las aplicaciones de la IAG, en los deepfakes o en la creación de noticias falsas, pueden manipular procesos democráticos, influir indebidamente en elecciones o causar daños graves en sectores como la salud. Las leyes penales deben evolucionar para sancionar con firmeza el uso malintencionado de esta tecnología. Además, las plataformas que permiten la difusión de contenido generado por IA deben ser responsables de supervisar y eliminar proactivamente dicho material.
La autorregulación como alternativa
Si bien algunos aspectos de la IAG requieren regulación legislativa, existen áreas que pueden ser gestionadas mediante la autorregulación empresarial. Las empresas tecnológicas ya han comenzado a desarrollar estándares éticos internos para el uso responsable de la IA. Por ejemplo, compañías como Google y Microsoft han implementado códigos de conducta para garantizar que sus tecnologías se utilicen de manera justa y segura.
Este enfoque flexible permite a las empresas adaptarse a las necesidades de su negocio sin la necesidad de una intervención regulatoria constante. Sin embargo, esto no significa que la autorregulación deba ser la única solución; debe complementarse con regulaciones gubernamentales claras para asegurar un uso adecuado de la IAG en todos los niveles.
Como podemos ver, la IAG presenta oportunidades extraordinarias, pero también plantea desafíos considerables. La regulación es esencial para abordar temas como la responsabilidad legal, la seguridad, la privacidad y la propiedad intelectual, mientras que ciertos aspectos, como los estándares éticos y el control de calidad, pueden dejarse en manos de las propias empresas. Un enfoque equilibrado entre regulación legal y autorregulación empresarial asegurará que la IAG se utilice de manera responsable, sin frenar la innovación y las oportunidades que esta tecnología ofrece.
Por: Natalia Ospina Díaz, [email protected]