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Smart Contracts: ¿Qué son y en qué consisten?

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Así han sido denominados los contratos que funcionan a través de Blockchain, la tecnología base de las monedas digitales como Bitcoin, Ripple, o Ether. Están escritos en lenguaje de programación y facilitan, verifican y hacen cumplir la negociación de un contrato en cuanto se cumplan las condiciones que han estipulado sus partes.

Principalmente, los contratos inteligentes permiten que las personas hagan negocios con desconocidos, normalmente a través de Internet, sin necesidad de involucrar a un ‘intermediario de confianza’. La idea es que el software automatice gran parte del proceso, permitiendo que se cumplan las promesas contractuales sin la necesidad de participación humana. (BBVA Research, Situación Economía Digital, octubre 2015).

 

¿Cómo funcionan? y ¿En qué se soportan?

Por ejemplo, en el caso de la venta de una propiedad, el papel del Smart Contract es verificar que sea cumplido el pago para asignar la titularidad al nuevo dueño. Para ello, tiene acceso al título valor y a las garantías de la propiedad y en últimas se encarga de automatizar todo el proceso de negociación, ahorra tiempo en la ejecución de los términos.

Oxford Dictionaries ya tiene una entrada que define la tecnología de la cadena de bloques o Blockchain, tecnología con la que funcionan estos documentos jurídicos, como un libro contable en el cual las transacciones efectuadas en cualquier divisa digital son registradas pública y cronológicamente. La cadena de bloques son las transacciones que han sido validadas y archivadas por parte de nodos y computadores distribuidos, mediante el sistema P2P y que no se pueden alterar; lo cual permite ejecutar el contrato utilizando información absolutamente fiable.

Como mencionamos en Lo que nos ha dejado el Bitcoin en sus 7 años de existencia, la información que allí se almacena no es controlada por ninguna autoridad centralizada más que por los mineros que verifican la efectividad de la transacción.

 

¿Qué desarrollos hay en acción? 

El primero en delinear los contratos inteligentes desde la década de los 90 fue el ingeniero en ciencias de la computación, criptógrafo y abogado estadounidense Nick Szabo, quien creía que la especificación a través de una lógica clara, y una verificación o ejecución a través de criptografía y otros mecanismos de seguridad digital, podrían constituir una mejora importante sobre los contratos legales tradicionales. (Nick Szabo, Formalizing and Securing Relationships in Public Networks, First Monday, 1997).

 Los Smart contracts son un aporte definitivo a la gestión de la propiedad inteligente vislumbrada también por Szabo en el artículo “The idea of Smart Contracts” publicado en 1997, porque plantea la posibilidad de incorporar contratos inteligentes a los objetos físicos y así gestionar de manera más segura la propiedad. Por ejemplo, empresas de arrendamiento de carros podrían tener vehículos conectados a internet, con cerraduras inteligentes que en el caso de incumplimiento por pago tendrían la posibilidad de hacer que el carro bloqueara su uso.

En la actualidad, existen varias plataformas de código abierto como Ethereum, Codius, Symbiont, Tether, Bitt y t0 para desarrollar y distribuir Smart Contracts y más aplicaciones descentralizadas e inteligentes. Entre otras empresas avanzadas en el tema está la estadounidense Factom, que ya ha desarrollado aplicaciones legales, financieras, y médicas con la tecnología Blockchain y planea gestionar un registro de títulos de propiedad para el Gobierno de Honduras, aunque el proyecto está actualmente suspendido. También está la grande de la tecnología IBM, que anunció el año pasado que se encuentra desarrollando un software propio para crear Smart Contracts. Igualmente, la startup argentina Rootstock ha venido desarrollando Smart Contracts concretamente para el campo de los microcréditos que ya están en funcionamiento, en alianza con la plataforma Ethereum. También, firmas legales como Abanlex en España, están investigando posibles desarrollos y aplicaciones.

 

Los software ‘oráculo’

Los oráculos son también un Smart Contract pero, como en la mitología griega estos eran lugares donde los hombres recibían un mensaje emitido por deidades y cumplían el papel de orientarles en situaciones difíciles e imprevistas; en este caso, son una tercera parte ligada a los contratos, que tiene información de más fuentes de las que el contrato tiene a su alcance. Su papel es validar las cláusulas del contrato, revisando la existencia de condiciones externas que puedan afectar el pacto entre las partes, de modo que también facilitan la ejecución del contrato e incluso facilitar una flexibilización del mismo. Por lo tanto, los oráculos son un software que brinda más confiabilidad al proceso del Smart Contract.

 

 ¿Qué tipo de ventajas traería utilizar esta tecnología?

 En primer lugar, el uso de los Smart Contracts en el sistema financiero, implantaría una fuerte seguridad de la información y de las transacciones, gracias a la encriptación de la información y a que son altamente personalizables, lo que prevendría mejor las filtraciones de datos y los actos delictivos.

Segundo, de ser empleados a nivel gubernamental conllevarían en gran medida al uso de datos abiertos masivos y digitalizados por parte del Gobierno, haciendo pública la información y más susceptible al control ciudadano. Para su uso en el sector público, habría que acoger en la legislación este tipo de contratos, pero no recorrerían un camino distinto que el de las plataformas tecnológicas.

 Tercero, el hecho de automatizar los documentos negociables como títulos valores, las letras de cambio, los pagaré, los cheques, bonos, los certificados de depósito, los bonos de prenda, las carta de porte y conocimiento de embarque comportaría un gran avance a favor de la transparencia y la lucha contra la corrupción en nuestro país, debido a que estos procesos significarían para el estado y para la banca un mayor control y rastreo del uso del dinero.

 Algunas personas han mencionado, que ante un eventual conflicto entre las partes que hayan usado los contratos inteligentes, no se sabría qué leyes podrían aplicarse. Tema en el que no habría ningún problema porque en las cláusulas, tal como en los contratos de papel, estaría contemplada la territorialidad del contrato.

 Igualmente, la función del contrato inteligente también genera un gran ahorro de recursos en comparación con los documentos tradicionales, en especial en cuanto al dinero que se gasta en intermediadores como bancos o abogados, o ante las altas posibilidades de fraude en el comercio tradicional y el de internet.

 

 ¿Qué implicaciones tiene su uso frente al panorama actual?

 Estos contratos realizarían las funciones que los interventores hacen a todo tipo de contratos, de manera que podrían convertirse en una herramienta que perfeccione la labor del interventor y/o en la que reemplace su trabajo completamente. Adicionalmente, traen el desafío de una capacitación más interdisciplinaria para los abogados y más profunda para los que no lo sean y deban manejar y diseñar según el caso estas herramientas ‘tecnojurídicas’. Así mismo, la oferta de elaboración de contratos inteligentes para diversos clientes será un posible servicio de las oficinas jurídicas en el futuro cercano.

 De cualquier manera, para poder ver la implementación generalizada de los Smart Contracts se requiere antes, el talento humano que los desarrolle. Sin embargo, estos resultan ser un producto muy útil en la economía digital de los próximos años, debido a la creciente tendencia de la conectividad móvil, y en especial al del internet de las cosas, que viabilizará el incremento de las operaciones financieras y la realización de trámites complejos de manera más sencilla.

Si tiene alguna inquietud acerca de este tema u otros similares ingrese a http://www.abogadotic.co, escríbanos al correo [email protected], o pregunte en Twitter a @NODAbogada

 

Por: Andrea Ospina Díaz, Comunicadora Social y Periodista.

@andosp12

Marzo de 2016

 

Imagen: Diseñado por freepik.com
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